La primera vez que uno forma parte del equipo ganador del premio más prestigioso de cine del país nunca se olvida. Comencé a trabajar en el proyecto en marzo de 2018. El director, Víctor Monigote, contactó conmigo y comenzamos una breve pero muy emocionante colaboración. Aunque en alguna secuencia hice el storyboard desde cero, mayormente mi parte consistía en pulir los storyboards que él mismo junto con Pablo Buratti habían comenzado a hacer. Y es que habiendo tres personas haciendo el storyboard, solo hizo falta que estuviera en la producción varios meses.

 

 

Es curioso porque uno puede pensar que el trabajo de storyboarder siempre es el mismo: lees el guión, hablas con el director y vas haciendo tus viñetas. Sin embargo hay una diferencia abismal entre cada proyecto y esa diferencia la da precisamente el modus operandi de cada director. Cuando estuve trabajando en Ficción Producciones para la serie de TVE “Tutu”, al director, Brandán de Brano, lo que le preocupaba era que la acción se entendiera en todo momento. Eso requería una especial atención a los gestos y poses de los personajes. Sin embargo en esta producción el objetivo era distinto. Obviamente la condición de que las acciones se entendieran claramente iba implícita en mi cargo, pero en este caso Víctor estaba más preocupado por otra cosa: la cámara. Para esta producción se me insistió mucho en la profundidad de campo, las lentes de la cámara y en reflejar todo eso bien en el story.

 

A nivel práctico, esa exigencia solo se traducía en pensar mejor cada plano, reflexionar bien sobre la narrativa de cada momento y enfocar o desenfocar partes del fondo en función de la intención que buscaba el director en cada plano. Pero a la hora de contar el tiempo, la producción se ralentizaba bastante. En el caso anterior de “Tutu”, siendo una serie, el metraje es mucho mayor y se necesita generar mucho material para pasarlo rápidamente al siguiente departamento. Ahora estábamos en un largometraje y noté muchísimo cómo cambian los tiempos de producción. Es algo que recordaré por mucho tiempo.

 

Fue una experiencia maravillosa. Víctor Monigote es un director que tiene las ideas claras y eso se agradece porque sus indicaciones suelen ser muy concretas. Y eso, cuando uno entra de cero en una producción, es algo que se agradece. Sin duda espero repetir la experiencia algún día.